Asociación para el estudio de temas grupales, psicosociales e institucionales

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El cuerpo (en) el Grupo. Experiencias grupales en Interconsulta y Enlace Hospitalario, por Mª Victoria de Felipe García-Bardón


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El Cuerpo (en) el Grupo. Experiencias grupales en Interconsulta y Enlace Hospitalario [1]

Mª Victoria de Felipe García-Bardón [2]

A la hora de investigar sobre nuestra práctica diaria, los profesionales de Salud Mental que trabajamos en dispositivos públicos nos enfrentamos a una paradoja. Podemos afirmar que dichos dispositivos constituyen el lugar idóneo para investigar, ya que una de las mayores dificultades en investigación es la obtención de información, y no nos falta, y por otra parte la demanda desbordante hace necesaria la implementación de nuevos encuadres terapéuticos, en nuestro caso grupales, que se puedan evaluar. Sin embargo, es en dichos dispositivos donde menos se investiga, siendo la Universidad, al menos en psicología clínica, el espacio central para ello.

Es de sobra conocida la enorme dificultad con que nos encontramos para reflexionar y analizar, en suma, investigar sobre la demanda y la práctica diaria, con las nefastas consecuencias que ello conlleva como son la repetición y el estereotipo. Tenemos la responsabilidad de contribuir al cambio de este panorama, y la Mesa de hoy sobre investigación es un ejemplo de ello.

Las experiencias grupales a las que me voy a referir, y la investigación realizada, se contextualizan en el dispositivo de Interconsulta y Enlace del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Guadalajara. Y más concretamente en los programas de enlace con otras especialidades médicas. Son tres:

La primera: Fibromialgia, investigando sobre el encuadre. Sistematizada en una tesis doctoral (de Felipe, 2012).

La segunda: Programa de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). El cuerpo (en) el grupo. En coordinación con endocrinología.

La tercera: Investigando en Psicoterapia grupal. Entre la psicología clínica y la psicología social. Y se refiere a las experiencias grupales que realizamos en la actualidad.

Fibromialgia, investigando sobre el encuadre.

El programa comienza en 2004, en coordinación con reumatología. En realidad llevábamos investigando sobre efectividad de tratamientos grupales desde hacía muchos años, pero en ese momento teníamos que pensar un encuadre diferente a los que habíamos utilizado, ya que había que responder a otro tipo de demanda.

Nos encontrábamos con un enorme volumen de pacientes derivados en poco tiempo desde reumatología, todos tenían síntomas físicos y no hacían demanda de tratamiento psicológico, por lo que para atender esta demanda concreta diseñamos un nuevo encuadre (que explicaré más adelante) y decidimos comprobar “con evidencia científica” si era eficaz.

La investigación se dividió en dos partes, una teórica y otra empírica.

Respecto a la parte teórica, hemos de tener en cuenta que la revisión bibliográfica es imprescindible en cualquier investigación. Nos centramos en la Fibromialgia y el dolor (síntoma principal de la FM) y comprobamos que en el ámbito de la reumatología y el dolor, prácticamente la totalidad de los tratamientos psicológicos aplicados e investigados eran cognitivo conductuales, individuales o grupales. Pocos tratamientos psicoanalíticos y aún menos grupales de dicha orientación.

Una vez realizada la revisión, definimos la metodología elegida, necesaria en una investigación científica para poder replicarla. A la hora de investigar, los diseños que elegimos van a estar determinados por el contexto en el que nos movemos así como por la teoría y la práctica en la que nos sustentamos, en este caso utilizamos metodología cuantitativa y cualitativa.

La parte empírica constaba de 2 trabajos:

Para el primer trabajo (la influencia de variables psicológicas en pacientes con FM y su relación con la psicopatología y calidad de vida) definimos qué factores psicológicos teníamos en cuenta, en nuestro caso nos centramos en Acontecimientos Vitales Estresantes según el eje 4 del DSM-IV (1995) y rasgos de personalidad evaluados a través del test de Rorschach para cuya codificación seguimos los criterios de Exner (2003). Y sobre qué variables queríamos ver su influencia, ansiedad, depresión y calidad de vida (seleccionadas tras la revisión bibliográfica) eligiendo metodología cuantitativa para esta parte de la investigación.

Para el segundo trabajo (comprobar la efectividad de la psicoterapia psicoanalítica breve de grupo), definimos bien nuestra técnica de intervención, los instrumentos para evaluarla y elegimos metodología cuantitativa para la evaluación de resultados, incluyendo aspectos cualitativos para el análisis de emergentes y encuestas de satisfacción.

Respecto a nuestra técnica de intervención, era una psicoterapia grupal operativa de orientación psicoanalítica, centrada en el conflicto y el déficit, así como en lo intrapsíquico e intersubjetivo y con una duración limitada. Los instrumentos empleados para evaluar los síntomas más comunes en FM fueron el STAI (Spielberger, C. D., Gorsuch, R.L. y Lushene. R. E., 1982) para valorar ansiedad, BDI (BeckA.; Rush, A. Shaw, B. y Emery, G. (1979) depresión, FIQ (Burckhardt, C.S., Clark, S.R., Bennett, R.M. 1991) el Impacto de la fibromialgia en la calidad de vida calidad de vida, Nottingham Health Profile (NHP) (Alonso, Prieto y Antón, 1994) el estado de salud/calidad de vida y test de Rorschach. La metodología fue cuantitativa y cualitativa. En cuanto a las Características de la muestra, se trataba de 207 sujetos (un total de 22 grupos, entre 8 y 10 integrantes por grupo) diagnosticados de FM. También seleccionamos al azar un grupo control de sujetos sanos sin FM y un grupo control para evaluar la efectividad de la psicoterapia, obtenido de la lista de espera.

El encuadre diseñado (e investigado), fue el siguiente: 22 sesiones distribuidas en tres intervenciones, 12 sesiones iniciales que incluían psicoeducación, a los 6 meses 5 sesiones y a los 6 meses otras 5 sesiones. La frecuencia era semanal, de una hora y media de duración. Los integrantes de cada grupo eran los mismos a lo largo del proceso terapéutico. La evaluación se realizó antes del tratamiento y una vez finalizados cada periodo grupal (imagen 1). El test de Rorschach sólo se aplicó pre tratamiento y post tratamiento pues son necesarias más de 12 sesiones para poder observar algún cambio con este instrumento.

 

 

 

 

Este encuadre cumplía varios requisitos que nos parecieron importantes.

La Tarea (concepto central de la Teoría de Grupo Operativo) era abordar los aspectos psicológicos implicados en la enfermedad, pero como eran pacientes que no habían hecho demanda teníamos que “ayudarles” un poco más, algo que nos animó a incluir en las 12 sesiones iniciales la parte de psicoeducación, (muy utilizada en Concepción Operativa ya que se considera la salud como el aprendizaje de otras formas de adaptarse activamente a la realidad) de manera que los 30 minutos iniciales de cada una de estas 12 sesiones los dedicábamos a dar una información relacionada con el tema, incluyendo Técnicas Cognitivo Conductuales para manejo del dolor.

Pero 12 sesiones eran pocas y en las primeras entrevistas constatamos que los pacientes eran muy graves, por lo que incluimos las otras 10 sesiones. De este modo la psicoterapia completa constaba de 22 sesiones, a lo largo de 1 año y medio aproximadamente. Era un tiempo más razonable para abordar los conflictos que surgían y los pacientes permanecían más tiempo en el programa que si se realizasen las sesiones seguidas. Consideramos que ambos aspectos eran importantes para que la psicoterapia fuera más adecuada y efectiva para pacientes crónicos con enfermedades médicas.

Resultados

Fuimos creando una base de datos extensa utilizando el programa estadístico SPSS. Hemos de reconocer que al principio es abrumador pasar tests, corregirlos, meter los datos, buscar los estadísticos adecuados (imposible realizar tan ardua tarea en soledad, otro de los motivos por los que podemos investigar en la sanidad pública, en mi caso imposible sin la participación de los Residentes de Psicología Clínica) pero poco a poco al ir relacionando los datos y ver las implicaciones de unos con otros, se fue convirtiendo en algo estimulante.

Los profesionales que trabajamos en salud mental y realizamos tratamientos psicológicos grupales estamos acostumbrados a escuchar, contener y ayudar a quienes sufren de manera tan intensa, pero no podemos olvidar que dicho lugar provoca emociones en el terapeuta que, a veces, le hace difícil seguir pensando en el mismo registro después de las sesiones aunque sea necesario, y lo hagamos, con los coterapeutas, después de cada sesión, y eso en el mejor de los casos, cuando trabajas en coterapia. Pero, poder pensar en los pacientes y los tratamientos ofrecidos con la “distancia emocional” que supone el anonimato de los números también es otra manera, y muy útil, de avanzar en el conocimiento de nuestras teorías y técnicas.

Voy a mostrar algunos resultados, como ejemplo de la utilidad de esta investigación en nuestra práctica diaria.

Respecto a la influencia de variables psicológicas en pacientes con FM y su relación con la psicopatología y calidad de vida, encontramos

Elevada comorbilidad con enfermedades médicas graves, muchas experiencias de maltrato a lo largo de la vida y un porcentaje altísimo de sujetos en situación de incapacidad laboral. A pesar de que los pacientes atendidos eran derivados por un diagnóstico médico nos encontramos con altísimos niveles de psicopatología, muchos pacientes con una calidad de vida realmente mala y repercusiones negativas en las relaciones, que en muchas ocasiones llevaban a un aislamiento persistente. El 70% de las personas atendidas en el programa había recibido tratamiento psicológico o psiquiátrico antes de acudir a la consulta y el tiempo medio desde que habían empezado con los síntomas hasta el diagnóstico de fibromialgia era de 5 años y 6 meses.

Resultaba claro que estos datos, junto con otros muchos más que no vamos a mencionar por no ser el espacio adecuado, justificaban la necesidad de tratamientos psicológicos ya que nos mostraban las consecuencias tan devastadoras de este síndrome, el sufrimiento de los pacientes, de quienes les rodeaban y la insuficiencia de los tratamientos existentes.

Pero también pudimos estudiar algunos factores de riesgo y de protección, como por ejemplo que la edad no influía en la psicopatología, que los pacientes que tenían mayor nivel educativo tenían mejor estado de salud, o que la repercusión de haber sufrido Acontecimientos Vitales Estresantes en la psicopatología actual era diferente según se valorara con cuestionarios autoaplicados o con el test de Rorschach (en el BDI había una relación positiva entre dichos Acontecimientos Vitales Estresantes y depresión, mientras que en el Rorschach, la relación era negativa, es decir tenían menos depresión quienes habían sufrido dichos Acontecimientos).

Respecto a la personalidad, valorada con el test de Rorschach, nos centramos en evaluar rasgos de personalidad psicosomática, estudiados a través de la capacidad de mentalización, y al comparar a nuestros pacientes con el grupo control sano encontramos menor capacidad de mentalización en los pacientes con FM que el grupo control.

Pichon-Rivière (1980) dijo que “El investigador en el campo científico debe estar capacitado para no ser víctima de su ideología o de sus pensamientos previos”. Estos resultados nos ayudaron a cambiar algunos de los estereotipos, tanto sociales como clínicos, referidos a estos pacientes y nos permitieron mantener debates y reflexiones “menos ideológicas” con otros profesionales o en el interior de nuestro equipo.

El objetivo del segundo trabajo de la investigación fue comprobar la efectividad de la psicoterapia grupal operativa de orientación psicoanalítica.

Ante las dificultades de esta tarea, la abordamos de diferentes maneras.

Empezamos por evaluar la efectividad según mejoría de síntomas. Para ello pasamos los cuestionarios descritos anteriormente pre y post tratamiento. Y encontramos resultados de mejoría con significación estadística, en todos los síntomas (depresión, ansiedad, impacto en la calidad de vida).

Evaluamos también la mejoría con asociación estadísticamente significativa a través del test de Rorschach. Observamos mejoría en sintomatología o malestar depresivo, en la esfera perceptiva y en las relaciones interpersonales. Disminuía la actitud evitativa, oposicionista, la tendencia a la negación de los afectos, la defensividad, el descontrol y la preocupación por el cuerpo.

Pero esto no era suficiente, ya que sabíamos algo de la muestra como un todo, pero ¿cuántos pacientes mejoraban, cuáles eran las características de los que mejoraban o no, para poder operativizar mejor nuestras indicaciones de tratamiento?.

Y avanzamos un poco más, realizando una evaluación de resultados con significación o utilidad clínica, de este modo obteníamos el porcentaje de pacientes que tenía una mejoría lo suficiente como para que fuera percibida por el propio paciente y por el clínico.

Quizá lo más novedoso e interesante fue que pudimos evaluar la mejoría con utilidad clínica del impacto de la FM en la calidad de vida a través de un cuestionario utilizado ampliamente en Reumatología, el FIQ, que valora síntomas físicos como pueden ser rigidez, cansancio y limitaciones funcionales de manera numérica en escalas tipo lickert, de 0 a 10. Para que un paciente obtenga dicha mejoría clínica ha de disminuir su puntuación post tratamiento respecto a la puntuación pre-tratamiento en un 14%.

Comprobamos que el 40% de los pacientes habían mejorado con significación clínica en el FIQ. Este resultado era muy interesante, ya que no encontramos estudios que evaluaran un tratamiento psicológico con estos criterios tan rigurosos (pensemos que estamos hablando de disminución en síntomas físicos con criterios de medida que son escalas numéricas) y además nuestros resultados eran similares a la mayoría de los estudios que evalúan los beneficios de los tratamientos psicológicos en estos pacientes. Así que estábamos ofreciendo un tratamiento psicológico que era eficaz, más bien eficiente por ser una psicoterapia grupal breve, incidiendo además que la orientación era psicoanalítica. Además encontramos una asociación entre el abordaje de temas o focos relativos a conflictos psicodinámicos (maltrato en infancia y relaciones con los padres) con la mejoría en la calidad de vida.

También, comparamos la efectividad de la psicoterapia con un grupo control en lista de espera (con tratamiento médico habitual). Se comparó con este grupo control solamente la primera intervención de 12 sesiones, y una parte de la muestra, 70 pacientes, y de nuevo la intervención psicológica se mostró eficaz en todos los síntomas evaluados.

Desde una perspectiva cualitativa de investigación, se revisaron los emergentes de todas las sesiones grupales.

A nivel temático se repetía la ambivalencia ante el diagnóstico; las dificultades en las relaciones interpersonales y la importancia de la comunicación, incluyendo la relación médico-paciente. Los sentimientos tan contradictorios respecto al trabajo y la incapacidad. La relación de lo psicológico con lo físico y de la historia personal con la FM.

El grupo sirvió para detenerse reflexivamente, observarse y poder pensar su enfermedad desde otra perspectiva y a ellos mismos de otra manera.

Por último evaluamos la psicoterapia a través de una encuesta de satisfacción para poder diseñar mejor los objetivos de las intervenciones psicoterapéuticas en base a lo que más les había ayudado a los pacientes, pero haremos mención a dichos resultados más adelante.

Algunos límites de nuestra investigación fueron, no haber realizado seguimiento de los pacientes, la pérdida de sujetos a lo largo del proceso y el hecho de que la investigadora principal era la psicoterapeuta de los pacientes evaluados.

Queríamos terminar este apartado con una cita de Luborsky (1998, citado en Poch y Ávila, 1998). “Hay sitio tanto para la sabiduría de los terapeutas expertos como para la sabiduría que deriva de los cuidadosos análisis y avances de la investigación en psicoterapia. No se trata de escoger una u otra, sino de utilizar ambas, la sabiduría clínica que deriva de la experiencia y la sabiduría clínica que ha sido puesta a prueba”.

Programa de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). El cuerpo (en) el grupo.

En este programa la psicoterapia grupal estaba organizada en forma de “corredor terapéutico”, encuadre diseñado por Armando Bauleo (Bauleo, A.; Vignale, R. Y Duro, JC. 1986; Bauleo, A., Monserrat, A. y Suárez, F. 2005; De Felipe y Olivares, 2014), que supone un espacio de psicoterapia grupal abierto, valorando cada tres meses quién continúa o quién sale, incorporándose nuevos integrantes. El encuadre, por lo tanto, es de 3 meses o 12 sesiones, una hora y media cada sesión, frecuencia semanal y con los mismos integrantes. Finalizadas las 12 sesiones los pacientes tienen tres opciones, irse de alta, continuar en psicoterapia individual, o continuar con psicoterapia grupal, ofreciendo otro encuadre igual que el anterior de 12 sesiones, con pacientes del grupo que se cierra, pacientes de grupos anteriores que han interrumpido por un tiempo la psicoterapia y pacientes nuevos que han acudido al programa durante estos tres meses. Y así de manera permanente, por lo que siempre hay un espacio de psicoterapia grupal en la Institución.

Es psicoterapia grupal operativa de orientación psicoanalítica. No se incluye psicoeducación y, en este caso, se incluyen Técnicas psicodramáticas.

Aprovecho este programa para introducir otro aspecto de la investigación y es la necesidad de tener un enfoque investigador frente a la Tarea, aspecto integrado en la Concepción Operativa. Y desde esta óptica, voy a señalar algunas reflexiones sobre la psicoterapia grupal con el encuadre corredor terapéutico.

Hemos constatado que es un encuadre muy adecuado para los dispositivos de salud pública ya que dicho encuadre nos permite ofrecer psicoterapia grupal durante el tiempo que necesite cada paciente. El espacio está abierto, pero cada tres meses se valora quién continúa, quién sale, incorporándose nuevos integrantes. Por otra parte, siempre hay pacientes que han realizado grupos previos, aspecto que agiliza y moviliza más rápidamente el proceso grupal.

En la actualidad incorporamos técnicas dramáticas y coincidimos con Slipczuk (1986) que la Técnica de Grupo Operativo ofrece excelentes condiciones de seguridad para implementar técnicas dramáticas, siempre que se las incluya dentro de un encuadre firme que actúe como continente eficaz. Nos resultan especialmente útiles en grupos con pacientes con enfermedades físicas, tan absorbidos por el dolor y limitaciones corporales que a veces resulta difícil poder acceder a un contenido psicológico o identificar y expresar una emoción. Ofrecen otras formas de participar a pacientes más silenciosos y pueden facilitar la cohesión grupal.

La última experiencia grupal que vamos a presentar, es la que realizamos en la actualidad. Y la llamaremos: Investigando en Psicoterapia grupal. Entre la psicología clínica y la psicología social.

Pensamos que nuestra investigación al referirse a la evaluación de la psicoterapia grupal podría estar entre la psicología clínica (actual, que utiliza más investigación empírica y cuantitativa) y la psicología social (en nuestro caso la Concepción Operativa).

Una de las ideas centrales de esta Concepción es la importancia de contemplar e investigar la interrelación entre teoría y práctica, la necesidad de una praxis para poder avanzar en nuestros conocimientos y aplicarlos a nuestra realidad concreta, ya que la realidad es cambiante y dinámica, determinada por múltiples factores. Por estos motivos hemos de adaptar nuestros encuadres a la misma, modificándolos a pesar de las ansiedades que ello conlleva, y la investigación, como proceso integrado en la asistencia y la docencia supone una ayuda inestimable.

En este sentido, una de nuestras dudas durante el encuadre grupal diseñado para el programa de fibromialgia, fue si era mejor incluir a todos los pacientes en el mismo formato grupal que integraba psicoeducación, que incluía Técnicas Cognitivo Conductuales para el manejo del dolor y psicoterapia psicoanalítica operativa, o era más efectivo organizar diferentes formatos.

La propia investigación nos respondió a esa pregunta, pues nos encontramos con dos “tipos” de pacientes. Por una parte estaban los pacientes que padecían enfermedades orgánicas graves comórbidas, y con lesiones o accidentes como posibles desencadenantes de los síntomas, es decir, personas que necesitaban adaptarse activamente a esta situación, sin olvidar, por supuesto, la relación de su historia con la sintomatología actual. Frente a otros que además de la sintomatología orgánica, traían historias traumáticas de abuso, maltrato, carencias importantes a lo largo de su vida. ¿Incluirlos a todos en el mismo grupo podía ser beneficioso o contraproducente? ¿Era efectivo realizar el mismo tratamiento con todos?.

A través de las encuestas de satisfacción que pasábamos a los pacientes al finalizar la psicoterapia comprobamos que aquellos que tenían conflictos muy importantes en su historia se beneficiaban más de la psicoterapia completa que incluía de manera más clara la orientación psicoanalítica, y quienes padecían otras enfermedades orgánicas asociadas, valoraban más las técnicas cognitivo conductuales y la psicoeducación.

Por otra parte, la experiencia y análisis del encuadre corredor del programa de Trastornos de la Conducta Alimentaria, nos confirmaba la enorme utilidad del mismo.

Pero también fuimos observando que los grupos monosintomáticos eran más resistenciales cuando queríamos trabajar aspectos de su historia y sus conflictos, centrándose de manera más insistente en los síntomas que presentaban.

Además, en estos años hemos experimentado cambios a nivel institucional y social, de modo que en estos momentos no se realiza un programa específico para atender a pacientes con FM, y aspectos organizativos han derivado en mi apoyo a la Unidad de Salud Mental, además de mi participación en Interconsulta y Enlace.

Como resultado de estos dos aspectos, tanto de la ampliación de nuestro conocimiento sobre los formatos grupales que hemos realizado e investigado durante estos años, como de los cambios institucionales y organizativos, en la actualidad realizamos otros encuadres diferentes. Algunos específicos para pacientes psicosomáticos, otros heterogéneos en los que también integramos a pacientes de la USM. Entendiendo la psicosomática como la plantea Ulnik (2008), y que incluiría los “factores psicológicos conscientes e inconscientes que intervienen ya sea en la etiología, desencadenamiento, evolución o tratamiento de las enfermedades somáticas”.

Respecto a los grupos dedicados a enfermos psicosomáticos, tenemos los “dos extremos”:

Un Grupo de manejo de dolor y ansiedad y otro grupo de obesidad, realizados por las Residentes de Psicología Clínica en su rotación por Interconsulta y Enlace: Son grupos estructurados de apoyo, que incluyen Técnicas Cognitivo Conductuales y psicoeducación, incluyendo entre los objetivos de estos grupos la detección de pacientes que posteriormente quieran y necesiten trabajar aspectos más dinámicos. Y un Grupo específico de pacientes psicosomáticos con enfermedades muy graves e invalidantes, experiencias muy traumáticas y vidas con carencias importantísimas. Pacientes muy graves, pero con una capacidad de introspección, insight, elaboración y solidaridad realmente extraordinaria, utilizando en estos casos el encuadre corredor terapéutico o grupo corredor.

El resto de los grupos de psicoterapia son heterogéneos, Pichon-Rivière decía que cuanto mayor heterogeneidad en el grupo y homogeneidad en la tarea mayor operatividad. Son espacios grupales en los que se integran pacientes de la Unidad de Salud Mental y de los programas de enlace, diferenciando entre un grupo de adultos y otro de jóvenes, por los intereses, inquietudes y estilos de comunicación tan diferente entre unos y otros.

Qué criterios seguimos para que un paciente con enfermedades orgánicas asociadas acuda al grupo de psicosomáticos y no al grupo heterogéneo. En un primer momento, que hubiera realizado otros grupos de psicoterapia, que expresara el deseo de profundizar en su historia vital, capacidad de introspección, y soportar la intensidad de las sesiones para realizar la aventura de reorganizar, en la medida de lo posible, su identidad en el cuerpo actual. Actualmente, y teniendo en cuenta el número tan elevado de grupos que realizamos a la semana con el encuadre corredor, podemos permitirnos otros criterios más concretos, como disponibilidad de horarios por trabajo, además un paciente pueda iniciar un grupo y al cabo del tiempo pasar a otro.

Respecto a la investigación, en estos momentos, estamos centrados en la evaluación o análisis del grupo corredor a través de encuestas de satisfacción.

Hemos podido confirmar que los pacientes que han realizado un solo grupo (12 sesiones) los beneficios que perciben que pueden llevar a la práctica se refieren sobre todo al cambio en las relaciones con los demás. Pero también, que es necesario que una persona realice más de 24 sesiones para plantear en dichas encuestas que los beneficios que le ha reportado la psicoterapia son la resolución de conflictos previos. A medida que avanza la psicoterapia, demandan que incluyamos en el tratamiento a las familias, lo que nos indicaría qué ofertas terapéuticas pueden ser convenientes en un futuro. También hemos detectado que en la medida que una persona lleva más tiempo en los grupos ya no señala como comentario negativo que sean pocas sesiones, pues ha podido realizar, gracias a este encuadre, las que necesitaba.

El encuadre de grupo corredor, por lo tanto, se muestra como una posibilidad de incluir la psicoterapia grupal la institución pública de salud, ya pueda dar cobertura a todos los pacientes y adaptarse a los tiempos, deseos, y motivaciones propios de cada sujeto.

Reflexiones finales

La secuencia seguida en mi exposición ha querido reflejar la importancia de la investigación, y su utilidad en la clínica con pacientes que presentan otras enfermedades orgánicas. Como hemos visto, se encuentra integrada en la asistencia y la docencia, en un proceso dialéctico que nos ayuda en la difícil tarea que supone atender lo mejor posible, con los recursos que tenemos, a las personas con patologías orgánicas importantes, tanto en el devenir de su subjetividad como en su reorganización psicosocial.

Podemos afirmar que el grupo es un espacio privilegiado para resolver los conflictos que se instalaron en el cuerpo, pero también hemos visto que es el espacio idóneo para reorganizar la identidad de aquellos que tienen enfermedades graves, con limitaciones insostenibles desde la identidad previa a dicha enfermedad. Este espacio grupal en el que se pueden mostrar, reflexionar y descubrirse en este nuevo cuerpo, ayuda en la reorganización de la identidad, a la vez que permite elaborar algunos conflictos previos que han podido contribuir en este desencuentro entre el cuerpo, la mente y el mundo externo. En este sentido, y paradójicamente, hemos escuchado a muchos paciente decir que la enfermedad ha sido una oportunidad para elaborar y cambiar, evidentemente si se les ofrece el espacio adecuado para ello.

La investigación nos va dando respuestas, nos ofrece la tranquilidad de comprobar que los tratamientos grupales que ofrecemos y los encuadres que creamos ayudan a las personas que acuden a nuestras consultas a adaptarse de manera activa a la realidad en la que se encuentran. Y, sobre todo, nos abre la posibilidad de preguntarnos, cuestionarnos,   interrogarnos y no caer en repetir lo que otros dicen.

 

En estos años hemos ido aprendiendo, nos hemos confundido, hemos tenido que reformular el planteamiento... aspectos que en muchas ocasiones producen ansiedad, inseguridad, frustración, y que como investigadores hemos de soportar y saber encarar. Pero al mismo tiempo la investigación ha favorecido el trabajo en equipo, la comunicación con otros profesionales, la creatividad en nuestra práctica diaria, con la enorme satisfacción que eso conlleva.

Además, es fundamental que tengamos en cuenta que la validez de cualquier teoría, antes o después, se tiene que demostrar en la práctica.

 

Referencias bibliográficas

Alonso, J., Prieto, L. y Antón, J. M. (1994). The Spanish version of the Nottingham Health Profile: a review of adaptation and instrument characteristics. Quality Life Research; 3(6), 385-393.

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Bauleo, A.; Vignale, R. Y Duro, JC. (1986). La idea y la práctica de los corredores terpéuticos. Trabajo publicado en el Boletín C.I.R. 10, 234-240.

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Burckhardt, C.S., Clark, S.R., Bennett, R.M. (1991). The Fibromyalgia Impact Questionnaire: development and Validation. Journal of Rheumatoly, 18, 728-733

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Pichon-Rivière, E. (1980). La psiquiatría, una nueva problemática. Del psicoanálisis a la psicología social II. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

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[1] Ponencia en 3ª Jornadas de Trabajo Grupal en Salud Mental. 24 y 25 de marzo de 2015. Madrid. Organizadas por el Servicio Madrileño de Salud de la Comunidad de Madrid y la Dirección General de Investigación, Formación e Infraestructuras Sanitarias de la Comunidad de Madrid. Con la ponencia “El cuerpo (en) el Grupo. Experiencias Grupales en Interconsulta y Enlace Hospitalario. Servicio de psiquiatría Hospital Universitario de Guadalajara”.

 

[2] Mª Victoria de Felipe es psicóloga clínica. Servicio de Psiquiatría Hospital Universitario de Guadalajara.

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